
Revisando trabajos antiguos me empiezo a conocer mejor a mi mismo, mis fijaciones y fetiches, mis miedos y temores.

Fotografío una y otra vez en distintas épocas, distintos sitios, con distintos estados de animo las mismas obsesiones.

En mis trabajos se repite lo mismo una y otra vez cemento y vacío.
El cemento con sus cicatrices, manchas y relieves.

Y el vacío con su pesada presencia, con su nada persistente, bañando el escenario de un tono extraño e impropio.

Ambos siempre presentes, a veces buscados y siendo el protagonista otras de forma inconsciente, como un polizón en mi mente.

Escenas de ciudades vacías de personas pero llenas de su rastro y sus huellas, visibles donde quieras que mires.
Alberto Bayón-Cerezo.
Responder